volver a casa
Íntimo y personal

Volver a casa

No sé si os pasa a los que vivís fuera de vuestra ciudad, pero para mi volver a casa es una sensación única.

Solo el empezar a preparar las mil bolsas de todas las cosas que pienso que necesitaré ya me hace tener un pellizquito en el estómago.

Lleno el coche como si fuera a volver a casa para siempre, no unos días. No os tengo que contar que el 80 % de las cosas regresan sin tocar.

¿Y si hace buen tiempo y quiero ir a la playa (mi playa de los Arenales, la que tanto añoro)? Bikinis, toalla, chanclas, vestidos… ¡da toda la semana nublado! ¿Pero qué más da? Yo no pierdo la esperanza.

¿Y si mis amigas dicen de ir a tomar un vino? Siete u ocho conjuntos posibles, para elegir dependiendo del ánimo con el que me levante ese día.

Pero bueno, no quería hablar de la maleta, que me lío.

Lo que quiero compartir hoy es ese sentimiento que me recorre cada vez que veo a lo lejos el Castillo de Santa Bárbara cuando voy conduciendo por la autovía. Y después de muchos meses, no os voy a engañar, esta vez se me saltaron las lágrimas. A cada uno de vosotros os pasará con vuestra tierra, estoy segura. Sois muchos los que vivís lejos por trabajo, por estudios… y me consta que lleváis muchos meses sin pisar vuestro hogar.

Hay momentos en que sientes que tu mundo se tambalea, que estás a punto de tocar fondo y te cuesta encontrar consuelo para tus dramas varios. Es entonces cuando volver a casa se convierte en una necesidad.

Es en ese momento cuando te sientas en el sofá de casa de tus padres, vuelves a dormir en tu habitación, y la vida se reinicia. Porque estás EN CASA.

Te levantas más tarde que nunca, descansada (bye bye Diazepan, la Terreta lo cura todo mejor que tú), te sientas a desayunar con tu madre y te pasarías horas en la cocina hablando con ella.

Os sentáis todos a la mesa, debatís sobre la actualidad, contáis “batallitas” del pasado que has oído mil veces pero nunca te cansas de hacerlo. Hasta, en más de una ocasión, chocáis porque todos seguís teniendo el mismo carácter. ¡Pero benditas discusiones! Hasta eso se echa de menos.

Conforme pasan los años aparecen en nuestras vidas personas que se convierten en pilares fundamentales. Personas trampolín que hacen que te sientas arropada cuando lo necesitas, te hacen reír cuando solo quieres llorar y son auténtica vitamina. No me canso de repetir lo afortunada que soy de tener el círculo que tengo en Málaga. La familia que he elegido y a la que quiero pa’ reventar.

Pero volver a casa es algo mágico. Ver a esas personas que te conocen desde que eras niña. Que sufren contigo cuando estás mal y se alegran infinito con tus buenas noticias.

Esas amigas con las que puedes estar horas sin parar de reír y recordando aquella época en la que ver al chico que te gustaba en Ay Carmela era lo más importante del universo.

Esas amigas que te han visto en tus mejores momentos y en los peores.

Que a día de hoy me alegran con un audio o compartiendo publicaciones de @lavecinarubia cuando se acuerdan de mi. Y, aún en la distancia, me echan broncas por todas mis cagadas diarias (que no son pocas).

Pero nunca será lo mismo que tenerlas brindando con una copa de vino o abrazándolas fuerte.

Esta pandemia maldita nos está quitando muchos de estos momentos. No podemos ver ni abrazar como nos gustaría. Por eso, si tenemos la oportunidad, debemos aprovecharla.

Exprimir al máximo el tiempo con nuestra gente, recargar esas pilas que creíamos agotadas, y volver a nuestra ciudad habitual renovados.

Volver con la maleta cargada de recuerdos bonitos, de nuevas historias que seguiremos recordando cuando pasen los años, y sabiendo que no hay mejor medicina para el cuerpo y la mente que volver a casa.

2 Comentarios

  • Blanca

    Oooohhhh… envidia verdadera!!!!
    Estoy deseando llegar y sentir ese olor a humedad que en la seca capital no existe!!! Ver a mi familia, achuchar a mis sobris y poder visitar los restaurantes alicantinos donde se come tan bien!!!!
    Ojalá coincidamos en mayo y nos tomemos mil vinos juntas! 😍

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