
Nostalgia: lo que nos ha enseñado el Covid
Hace un par de días se aprobaban nuevas medidas Covid. La cosa vuelve a ponerse fea y entiendo perfectamente que haya restricciones más drásticas. Pero leyendo todas las medidas, me es imposible no pensar en nuestra vida pre-Covid.
Una de las cosas que nos ha enseñado este maldito virus es a valorar los detalles del día a día, los gestos más pequeños que en realidad son enormes y las personas que tenemos cerca aunque sea a miles de kilómetros de distancia.
Nuestros bares y restaurantes, punto de encuentro y escenario de momentos únicos, cerrarán las 6 de la tarde. Con lo que nos cuesta al #peinetateam cuadrar agendas y poner fecha para cenar, y ahora nos tendremos que privar durante un tiempo de esos ratitos. Siempre hemos sido disfrutonas, eso es así, y creo que valorábamos mucho esos momentos juntas, ponernos al día y reírnos de las mismas historietas de la ofi, pero ahora mismo, ¿cuánto daríamos por volver a esa normalidad?
Quedadas que empiezan a mediodía y que se alargan hasta la madrugada, o bailar hasta no poder más con mis abanilleras del alma. ¡Volverán esos momentos y ese día será maravilloso!
En zonas como Granada y Murcia todos los establecimientos de restauración están completamente cerrados. ¿Os habríais imaginado alguna vez la calle Navas de Granada vacía? ¿Y la plaza de las flores con todo cerrado sin poder tomaros una marinera al sol? Son dos de mis ciudades preferidas por la vida que tienen, por el tapeo, el ambiente por las noches…. ¡Ay el ambiente por las noches! ¿Dónde quedó aquello? ¡Lo recuperaremos!
El cierre perimetral es lo que más duele. Cuando en mayo terminó el encierro estricto y se pudo poco a poco retomar el contacto social, yo asumí que iría por detrás de muchas de mis amistades en cuanto a reuniones familiares se refiere, porque ellos tenían a su gente en la misma provincia o comunidad. Mi familia está lejos, igual que muchos de vosotros, y era consciente de que tardaría en verlos más de lo que me habría gustado.
Por eso ahora, que muchos de vosotros no podéis salir de vuestro municipio, me pongo en vuestra piel y se me parte el alma porque sé lo duro que es no poder verles. En mi vida pre-Covid, había rachas en las que yo viajaba poco a Alicante, porque a lo mejor coincidía que tenía que trabajar fines de semana, tenía planes o simplemente pensaba “¡qué paliza de coche para dos días!”. Pero no es lo mismo no ir porque no cuadra en tu agenda que el hecho de que te quiten la posibilidad de hacerlo.
Pero hay que quedarse con los recuerdos de las últimas visitas. Pienso en las horas en la cocina de mis padres poniéndonos al día los cuatro, cenas con mis amigos en casa de Anita y Javi (nos acoplamos siempre en la misma, lo siento chicos) o paseos por las calles de Alicante. Con el paso del tiempo valoro mucho más esos pequeños detalles de la vida cotidiana. El encontrarme con un vecino que hace años que no ves y te dice lo bien que te ve, lo guapa que está la niña y hace el comentario de “¡qué contentos estarán los papás de teneros en casa!”. Momentos “tontos” que se repiten en las vacaciones y escapadas, pero que ahora daría lo que fuera por vivirlos. Crucemos los dedos para que podamos hacerlo estas Navidades, ¡lo cogeremos con muchas más ganas!
Ese cierre perimetral afecta a amigos, familias, parejas… ¡nos afecta a casi todos! Muchas de estas parejas no conviven o están empezando la relación y ahora, durante unas semanas, no podrán verse. ¿No os parece un rollo? Con lo complicadas que son las relaciones a distancia y ahora encima, impuestas y con limitaciones. Seguro que muchos de ellos exprimieron al máximo las últimas horas juntos, y se me pone un pellizco en el pecho de tristeza. ¡Odio las despedidas, no lo puedo remediar! Pero en seguida me viene a la cabeza el día en el reencuentro y se me quitan todas las penas. Días sin verse, cientos de whatsapps enviados, llamadas, video llamadas, besos pendientes….¡qué ilusión ese primer día que puedan volver a darse un abrazo como si fuera el primero!
Vivimos un momento de muchos cambios, de incertidumbre laboral, económica y hasta personal. Pero siempre he sido de mirar el vaso medio lleno, y debemos quedarnos con todo lo bueno, que no es poco.
Vamos a dedicarnos tiempo a nosotros, a leer un buen libro que normalmente no tenemos ni un minuto para hacerlo, a ver alguna de las miles de series que tenemos en la lista de pendientes, a hacer deporte y sentirnos bien (@gymvirtual, volveremos a vernos las caras) y a mimarnos mucho tanto a nosotros mismos como a las personas a las que queremos.
Dejemos los malos humores a un lado, démonos mucho cariño, digámonos lo que nos queremos a todas horas y bailemos como si lo fueran a prohibir, como si no importara lo que fueran a decir (adicta a esta canción). Porque de un día para otro, y ya lo hemos comprobado, nos pueden privar de esos pequeños placeres. Seríamos idiotas si no los aprovecháramos. Y en este blog, ¡idiota no hay nadie!
Y vosotros, ¿qué es lo que más echáis de menos de vuestra vida pre-covid?

