Consejos vendo que para mi no tengo

¿Os pasa que cuando alguien os cuenta un problema, preocupación o miedo, veis la solución clarísima y encontráis el consejo perfecto para el momento? ¡Qué fácil es ver la paja en el ojo ajeno! (hoy estoy refranera).

En muchos de mis artículos os digo que la teoría de muchas cosas me la sé a la perfección, pero después llevarla a la práctica es complicado. Por eso se me ocurrió escribir sobre esta frase que me encanta: “consejos vendo que para mi no tengo”.

Todos pecamos en algún momento de opinar a la ligera sobre la vida del de al lado. Yo la primera. Y es algo en lo que deberíamos pararnos un poquito a pensar antes de abrir la boca.

Ya comenté en el post de Drama Queen que contar a mi gente mis dramas me hace mucho bien. Muchas veces solo con decirlo en voz alta, dejan de ser tan dramas. Y muchos de los que me estáis leyendo seguro que hacéis lo mismo. Si tenéis un problema o una decisión importante que tomar, lo compartís con algún amigo para pedir consejo o, simplemente, para desahogaros.

Pero compartir tiene un “riesgo”. Hacemos partícipe al de al lado y, en muchas ocasiones, les damos el permiso o el derecho a opinar. Por lo que hay que saber elegir a quien recurrimos.

¿Cuántas veces os habéis visto aguantando una charla sobre cómo educar a tus hijos de una persona que tiene los niños más maleducados del universo? O lo que tiene más gracia, ¿cuántas veces de alguien que no tenía hijos? Y, ¿os ha pasado alguna vez que un amigo os ha dado lecciones sobre vuestra vida sentimental cuando la suya es un desastre?

Si nos paramos a pensarlo, en algún momento nosotros mismos lo hemos hecho. Y, con el tiempo, te das cuenta de que tendrías que haber sido más prudente porque la vida da muchas vueltas y te puedes encontrar en la situación de tu amigo antes de lo que te imaginas.

Los toros desde la barrera se ven muy fáciles. Y el drama de tu amigo tiene una salida obvia que tú ves muy clara. Pero si te paras a pensar, cuando hace unos meses eras tú el que estaba así, ¿cómo te sentías? ¿Qué necesitabas? Hay que pensar que cuando estamos metidos en un drama, sea del tipo que sea, entran en juego sentimientos, miedos personales, y factores que al otro se le escapan.

Creo que es importante buscar el equilibrio entre ser sincero con quien nos pide ayuda, aconsejarle constructivamente, empatizar con él y dar el apoyo y cariño que necesita.

Siempre he sido muy “sentencias”. Tengo muy claros mis principios, lo que creo que está bien y lo que está mal. Pero, de un tiempo a esta parte, intento ser cautelosa con mis opiniones cuando alguien busca mi apoyo.

Para empezar porque yo no soy ejemplo de nada, la cago día sí y día también. Segundo, porque muchas de esas sentencias me las he comido con patatas cuando he sido yo la protagonista de la historia. Pero, sobre todo, porque soy consciente de que en su situación yo estaría igual o peor. Y hay que pensar “¿cómo me gustaría que me hablaran a mi?” o “¿cómo van a ayudar mis palabras?”.

Pensemos mucho las cosas antes de opinar sobre otro. Y, si estamos en el lado contrario, en el del dramón, tengamos en cuenta solo las opiniones que de verdad importan. Esas opiniones de quien nos quiere bien, de a quien respetamos, admiramos y sabemos que siempre va a hacerlo para ayudarnos.