
Bloqueos varios
Hasta que no empecé a escribir este blog, no fui consciente de los bloqueos mentales que aparecen de vez en cuando.
No voy a ir ahora de súper escritora profesional. Estoy en el infantil de la escritura. Pero este es un proyecto que me hace muchísima ilusión y no me gusta sentir que no lo cuido, que lo pongo a la cola de mis prioridades o que no encuentro un huequecito para mimarlo.
Pero lo que tengo claro es que tampoco quiero que se convierta en una condena, en vivir agobiada con el día de publicación o plazos. Porque en el momento en que deje de disfrutarlo, ya no tendrá sentido seguir.
Hay muchos momentos en la vida en la que nos sentimos fuertes….¡nos venimos arriba!
Son épocas en las que estamos súper activos, tenemos energía para dar y regalar, nos sentimos creativos… cero bloqueos. Son rachas en las que rebosan las ganas de comernos el mundo. Y cuando eso pasa, todo fluye.
Pero hay otros momentos en los que es todo lo contrario. Y nos pasa a todos, en mayor o menor medida. Se nos hace un mundo hacer cualquier cosa, pasan los días y pensamos que no hemos hecho nada productivo.
¿Cuántas veces nos hemos ido a dormir pensando que hemos tirado el día a la basura? A mi me pasa mil veces, seguro que a vosotros también.
Además, entramos en un bucle feo de no sentirnos bien, rendir menos y frustrarnos por ese bajo rendimiento. Y nuestro amor propio desaparece.
Pero, ¿sabéis qué? ¡Que somos humanos! Y debemos permitirnos fallar y tener bloqueos.
Hace un par de días, desahogándome con una gran amiga con nuestros maravillosos audios (a velocidad normal, siempre, dejaros de inventos), me dijo: Carmen, eres una persona muy positiva, ¡date permiso para estar floja!
Y sí, me lo voy a dar. Como espero que os lo deis todos los que me estéis leyendo cuando lo sintáis así.
Estando en el trabajo, hay tareas que pueden ser más “mecánicas” y hay proyectos que deben salir sí o sí con unos plazos de entrega. Hay días que rendiremos más y días que menos. Pero ya está. Fichamos y nos vamos a casa.
Siempre he estado muy orgullosa de mi capacidad de separar mi vida profesional de la personal. Cuando he tenido un problema personal, la oficina era mi desahogo. El ritmo frenético de las llamadas de clientes, los marrones varios, las risas con los compañeros….¡son la mejor medicina! Y si en algún momento he tenido un problema en el trabajo, lo mismo. Cierro la puerta de la oficina y desconecto (casi siempre jeje).
Pero, ¡qué diferente es esto! Cuando pretendes hacer algo creativo, algo que lleva tu firma, que es tu yo al desnudo… te duele más perder la inspiración y quedarte sin ideas.
En esos momentos, seamos comprensivos con nosotros mismos. ¡Mimémonos! Nuestros demonios internos siempre nos van a afectar, es así. No podemos desconectarlos, ¡ojalá!
Hoy, con mi bloqueo mental, admiro más que nunca a todas esas personas que hacen maravillas con sus textos, dibujos, diseños, canciones…
Me queda un largo camino por recorrer y muchísimo que aprender.
Gracias a todos por darme la mano y acompañarme.

