Amor del bueno

El único amor que quiero cerca es amor del bueno. En cualquier tipo de relación quiero amor al 100 %, no quiero medias tintas. Porque yo no sé querer de otra forma. Y nadie merece menos.

Cuando quieres al 100 % corres riesgos y las ostias son mucho más grandes, claro. Pero no lo cambio. Siempre hay unos primeros días de “esto no me vuelve a pasar”. Como el día después de una súper juerga, que juras y perjuras que no vuelves a beber. Pero lo vivido, ¡qué bien te supo!

Las relaciones no son sencillas. Cuadrar el carácter, el estilo de vida y las mochilas de dos personas lleva su tiempo.

Pero cuando existe ese amor del bueno, las cosas fluyen. Con más o menos miedos, con cargas o sin ellas, tienes las cosas claras y apuestas por esa persona que ha puesto del revés tu vida. Porque te merece la pena, al menos, intentarlo.

Siempre digo que nos complicamos la vida nosotros mismos. Todo debería ser mucho más fácil. Conoces a alguien que despierta en ti esos sentimientos, te lanzas a la piscina. No te gusta o no te convence, lo dejas ir. Las dos opciones son igual de valientes.

Lo que no debemos permitir es tener a nuestro lado a alguien que está, pero no está. Que nos hace sentir especiales a tiempo parcial. Porque eso es pan para hoy y hambre para mañana.

¿Qué nos va a aportar? Al final son frustraciones (y dramones, seamos sinceros) que nos buscamos solitos, porque son muertes anunciadas.

Pasarán por nuestra vida muchas personas que nos quieran mal. Está en nuestra mano poco a poco ser capaces de detectarlas a tiempo y no aferrarnos a ellas.

No hay que arrepentirse absolutamente de ninguna de las decisiones que tomamos, de las veces que hemos apostado por alguien sabiendo que las probabilidades de perder eran enormes.

Todo eso ha hecho que seamos quienes somos y hay que estar orgullosos.

Esas personas que no quieren bien pueden hacer que nos sintamos pequeñitos, que dejemos de sentir ese orgullo hacia nosotros mismos para sacar todas nuestras inseguridades.

Y no les culpo. Porque somos nosotros los que debemos ser firmes y no olvidar lo mucho que valemos, el amor del bueno que merecemos y lo maravillosos que somos, leche.

Ellos ya bastante entretenidos están mirándose su propio ombligo como para preocuparse de como te sientes tú.

Hay personas que te manipulan, que te quieren cerca porque eres bueno, eres divertido, cariñoso, estás 24/7, cubres todo lo que ellos necesitan. Peeeeeeero, no te quieren al 100 %, no quieren darte amor del bueno. ¡Te quieren como pasatiempo! Y no somos un sudoku ni estamos para comernos las migajas de nadie.

Hay quien te querrá ocultar meses y meses. El morbo de lo prohibido. No, amigo, de morbo nada, se avergüenza de ti y no te quiere. Que nadie te venda la moto (que ya las compro yo todas por vosotros). Cuando quieres bien y valoras a quien tienes al lado, lo quieres compartir. Cada uno en su intensidad. Pero quien te aparta de su vida y te esconde de su gente, no te quiere. Ni bien, ni mal, ni regular.

Hay quien no quiere pasar mucho tiempo contigo, tiene sus manías, su agenda repleta de eventos más importantes que tú, una vida social y familiar abrumadora…. Chato, pasa de tu culo. A estas alturas, la agenda repleta de planes emocionantes no cuela. Y las manías y los tocs…¡al psicólogo!

Una de dos: o prefiere tomar el té con su tía la del pueblo antes que pasar un rato contigo; o está mareándote y contándole la misma película a más de uno/a. Sea la opción que sea, el fin es el mismo: ¡no quiere estar contigo! Cuanto antes lo asumas, mejor. Disgustos y venéreas que te evitas.

Cada uno elegimos nuestra forma de vivir, nuestra forma de sentir y nuestra forma de querer. A veces pecamos de esperar del de al lado que quiera como nosotros. Y eso es imposible. Pongamos nuestro foco y energía en nosotros, en querer de una manera SANA, y lo que hagan los demás no es cosa nuestra.

En casi todo suelo pensar “no hagas a nadie lo que no quieres que te hagan a ti”. Y en las relaciones pienso que es uno de los pilares fundamentales.

Igual de fundamental que si le damos la vuelta. Cuando alguien se comporta de una manera y tú piensas “esto no se lo haría yo jamás a nadie”, ¡no lo toleres!

Lo que tenemos que tener siempre presente es que el amor del bueno, el que vale de verdad, es el que debemos darnos a nosotros mismos antes que a nadie. Porque nadie nos va a valorar y a querer bien si no lo hacemos nosotros.